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Los Países Bajos como República
Los Países Bajos construyeron una nación con un gobierno poderoso, en el centro de un grupo de siete provincias unidas, cada una con un grado de autonomía considerable. A pesar de la existencia de un consejo central, en el seno de esta federación no había ningún gobernante, corte o líder religioso. Esto hizo de los Países Bajos la única república burguesa independiente en la Europa del siglo XVII. El poder se repartió entre la burguesía propietaria de las tierras y se concentró a nivel local en gobiernos provinciales y magistraturas.
Como sociedad republicana integrada por ciudadanos con los mismos derechos [al menos en el discurso oficial] los Países Bajos estructuraron una cultura del poder más horizontal que vertical o jerárquica. Esto se hace especialmente evidente en los retratos colectivos de los miembros de la guardia cívica, asociaciones gremiales, instituciones y órganos de gobierno, donde ninguna figura individual domina especialmente la composición y los rostros mantienen la misma escala.
Dentro de la sociedad burguesa, los valores jerárquicos y el orden político sin duda existían, pero se definían más en términos de familias o grandes commonwealth de la iglesia, la ciudad, la provincia o la nación. Fueron generalmente percibidos por la población como líderes individuales al servicio de la comunidad, como una casta de gobernantes divinizados dirigiendo desde las alturas. |